Comiendo con la realeza

Escribo esta columna cuando aún el mundo acusa el impacto del deceso de la Reina Isabel II de Gran Bretaña. Más allá de cualquier consideración política, que no es el punto de lo que habitualmente escribimos por acá, es un suceso que va directo a las páginas más relevantes de la Historia.

Y no quise dejar pasar por alto el hito, debido a que varios años atrás las librerías de todo el mundo llenaban sus vidrieras y estantes con un libro que rápidamente se convirtió en bestseller: Eating Royally. Lo escribió Darren Mc Grady, quien fuera Chef de la Reina por más de 15 años. Y en él se develaban por vez primera los secretos de cocina del Palacio de Buckingham y de cuánto lugar en cuyas mesas se sentaran a comer los miembros de la Monarquía Británica. Tiempo después, y a raíz del suceso que generó este libro, Mc Grady publicó un segundo, pero esta vez con recetas propias aptas para “Plebeyos” ( esto corre por mi cuenta).

Pero comencemos con los detalles más relevantes. Tal vez un aspecto fundamental de la longevidad de la Reina (acaba de fallecer con 96 años de edad) haya sido la decisión de centrar gran parte de su alimentación en base a aceites insaturados y nutrientes, como Omega 3,6 y ácidos linolénicos, muy presentes estos últimos en las carnes de pescados de todo el Reino.

Yendo a lo específico, la Reina hacía cuatro comidas diarias muy simples y ligeras. Por nada del mundo debían contener ajo ( lo odiaba) y tampoco mariscos ( al principio de su Reinado hubo varias intoxicaciones y esto los descartó de plano). Eran usuales los platillos salados con mantequilla o crema, debilidad de Isabel.

En el libro de Mc Grady, y esto ha sido confirmado por otras biografías, la Reina por la mañana elegía cereales Kellogs Special K, fruta fresca de sus propios huertos y nueces de Macadamia, un fruto seco que proviene de dos especies de árboles de origen australiano, y que ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares (anoten esto, lectores de Tuco, si quieren llegar a los 96 años sin problemas de corazón).

Para el almuerzo, Queen Elizabeth prefería el pescado o pollo asado con verduras. A la hora del té, no hace falta que me detenga en la importancia que esto tiene para los británicos, pero el Chef cuenta en el libro que apenas unos pasteles, scones, y ocasionalmente sándwiches a los que les quitaban la corteza del pan.

Y tal vez el momento más abundante en alimentos hayan sido las cenas: Carne de caza, salmón, carne bien cocida. Plátanos y, al igual que con el ajo, casi nada que tuviera cebollas.

En uno de los capítulos del libro, además, refieren que en Buckingham hacían un libro menú que se le mandaba a la Reina con 3 días de antelación, para que ella eligiera. Muy a menudo,  les recordaba que no olvidaran poner a la mesa galletitas inglesas Rich Tea Biscuits. Y en ocasiones especiales, Mc Grady debía cocinarle un pastel de chocolate especial. La receta de este manjar ( que a partir de su divulgación se hizo muy popular en el reino Unido) la pueden encontrar en el sitio Theroyalchef.com

Pero claro, la Reina no vivía sola (tampoco comía sola). Y es por esto que en Eating Royally también aparecen las predilecciones culinarias de, por ejemplo, Lady Di y sus hijos William y Harry. En cuanto a Diana, en el libro se cuenta que durante la etapa en que ella admitió su anorexia hubo que hacer varias modificaciones en las comidas. Fundamentalmente, abundancia de pimientos y berenjenas rellenas. Los Príncipes, más acorde a su edad de los años 90s, preferían la pizza.

Pero Mc Graddy también llegó a cocinar para Kate Middleton. Ella elegía fundamentalmente Raw Food (comida cruda); básicamente: ceviches, ensaladas con melón y gazpachos.

Y en el terreno de las infidencias, se supo que Kate alguna vez pidió cocinar ella misma para unas Navidades, y que hizo la conocida salsa agridulce Chutney logrando la aprobación de la estricta Isabel II.

Pero también hay algunas páginas dedicadas al Flamante Rey, Charles, que a sus 73 años asumirá el trono. Carlos, como muchos saben, prefiere la comida orgánica. De hecho, tiene su propia Compañía de productos de ese estilo: Duchy Originals.

Y ya para ir finalizando esta columna, les cuento que el mencionado Mc Graddy tiene otro libro (probablemente a esta altura ya tengamos un tercero o cuarto) donde aparecen otras de sus creaciones. El que yo refiero, se llama The Royal Chef At Home (mirá si iba a dejar de recordarnos que cocinó para la Reina) y en él se detallan comidas según la temporada. Guisos de invierno; salteados rápidos de verduras de primavera y menús de verano.

Entre los platos calientes más destacados: Pudines de Carne Asada y Yorkshire (como amo los nombres ingleses, que belleza!) , Postre Glaseado de Caramelo Salado, Ensalada de Pera, Queso de Cabra y Nueces Caramelizadas; Langosta Thermidor ( la favorita de Diana) ( No, no lleva el vino tetra brick muy popular en Argentina); Buey Wellington ( otra vez esos maravillosos nombres ingleses); Soufflé helado de Praliné; Mousse de tarta de Queso; Soufflé frío de limón ( dice Mc Graddy que se los preparó a los Presidentes Reagan y Ford) y por último Crathie Crunch ( un pastel de queso con menta y chocolates sin hornear).

Y ha llegado el momento de ir cerrando esta columna. Sólo resta contarles que mientras la hacía, sonaron de fondo The White Album (Beatles, claro) y un grandes éxitos de The Kinks.  Pero si debo elegir una canción ( y solo una) para que los acompañe en la lectura, elijo que sea English Tea de Sir Paul Mc Cartney.

Hasta la próxima .

Alejandro Bidart

Periodista y citybellense por adopción.

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