La vida BIO en Normandía

Hoy dejamos un poco la glotonería de lado, solo un poco, para contarles una sana costumbre que logramos adoptar. En nuestras primeras visitas a los supermercados franceses, nos encontramos con algunas góndolas con un marco verde, donde había un popurrí de alimentos con una marca que decía «Bio». Es que éste, es un sello creado por el Ministerio de Agricultura y Alimentación de Francia para certificar aquellos productos orgánicos.

Aunque hoy existe una regulación obligatoria propia de la unión europea que unifica los criterios de todos los países, simbolizado con una hoja verde y estrellas, se sigue utilizando el “AB Agriculture Biologique” de certificación voluntaria, por el reconocimiento que sigue teniendo el sistema de control francés para estos temas y la confianza que genera en el consumidor.

Todo este descubrimiento nos interesó y nos hizo ahondar más en el asunto. Seguimos recorriendo y encontramos que, además del interesante espacio que se le dedicaba en los super a estos productos, hay cadenas como Biocoop o Naturalia donde todos los productos vendidos están certificados. Son mercados completos como cualquier otro, donde se puede hallar frutas y verduras, frutos secos, panadería, harina, pasta, carne, etc. Más allá de que los precios, indudablemente son algo superiores, es mucha la gente que se vuelca a este hábito de consumirlos por una mejor alimentación y salud.

Pero, ¿Qué es un producto Bio? ¿Qué parámetros se miden para certificarlo? Bueno, la mejor forma que tenemos de contarlo es a través de la experiencia, ya que una cosa es la ley y otra la práctica. En nuestra visita a Normandía, hicimos un voluntariado de unos 25 días, junto a una pareja que tiene una granja certificada con el sello Bio, “La Closerie, Légumes & Cie”. Ellos se dedican a la producción de frutas y verduras en unas 3 hectáreas aproximadamente, y también tienen ovejas y gallinas.

Luego, vendían sus productos en el mercado cada semana. Nos contaron que los controles son estrictos pero que en su dinámica no es tan complicado, ya que lo que se busca es hacer todo de manera natural y simple. Lo principal es no utilizar ningún fertilizantes, pesticidas y herbicidas artificiales, tampoco utilizar OGM organismos genéricamente modificados, los animales deben estar libres de hormonas y antibióticos, que solo se puede utilizar en caso de extrema salud. También su alimentación debe estar certificada y vivir en espacios abiertos sin maltrato animal.

   

Además, tienen un campo de manzanas, donde su producción es certificada, pero la venden y otra persona hace la sidra. Esto es debido a que en los alimentos elaborados es más complejo cumplir con todo el proceso. El 95% de los ingredientes que lleva deben ser orgánicos y el 5 restante debe pertenecer a una lista de elementos aceptados, y el proceso productivo no debe ser contaminante en sus desechos.

Tuvimos la suerte que los campos vecinos estaban certificados y había un constante intercambio de productos. Por ejemplo, nos llegaba la miel, leche, queso y manteca que, junto a la mermelada casera que producían nuestros anfitriones, eran nuestros desayunos antes de encarar el trabajo de campo. También cocinamos con la harina casera de un vecino, junto con huevos y verduras recién juntadas de la propia granja. Es algo que disfrutamos mucho. El sabor los rabanitos y zanahorias baby para picar antes de comer, la tortilla de papa o los vegetales en un salteado, son prácticamente inolvidables.

Este estilo de vida, traspasa la frontera de lo comestible. Nuestros anfitriones en su granja también producían sus propios productos de limpieza e higiene personal que no contaminaban el agua de desagüe. Es común ver en cualquier casa shampoo, jabón de ropa o desodorante caseros.

   

Es así, que la agencia Bio, no certifica productos no alimenticios, pero acompaña la producción de otros elementos a base de productos orgánicos y disminuyen el impacto. Por lo que se puede encontrar cosmética, elementos de limpieza e higiene y hasta productos textiles donde se indique que su procedencia e impacto.

Siguiendo con las experiencias, en nuestros trabajos en Hotelería y restaurant, notamos que los huevos, leche, crema y verduras utilizadas siempre eran Bio, lo cual nos llamó la atención porque es algo que el consumidor no lo sabe o no lo ve, pero se busca el sabor natural de cada plato. Es una costumbre adoptada e incluso están las personas que no consumen aquello que no tenga el sello.

El concepto detrás de este pensamiento, no es sólo lo que uno ingresa a su cuerpo sino el impacto que esto genere en el ambiente, ya que es un daño a la salud indirecto que nos llega de otra manera y pone en cuestionamiento el término “sano” en contraposición de los productos “Light”, los cuales no se ven en las góndolas francesas.

                                                                                       

En Instagram: @chonesxelmundo / @cieloytierra_ar

 

 

 

 

 

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