Un Monoblock cool a puertas cerradas en Berisso

 

Monoblock es un casa amplia ubicada en Berisso de dos plantas. Apenas una leyenda por encima del timbre indica la llegada al lugar. Cada semana publican en su Instagram el menú de cuatro pasos, que solo a través de esa red puede reservarse. La capacidad es de hasta 25 personas.

Apenas suena el timbre, el comensal debe esperar unos instantes. Luego, la puerta metálica negra se abre y Mari, amablemente, a cargo de la recepción y atención al público, invita a pasar. Una silueta de corazón de neón bien rojo decora la bienvenida. A la izquierda, mientras se dejan atrás los escalones al ascender en forma espiralada hacia el piso principal, el volumen de la música electrónica suena con mayor intensidad.

Las luces bajas, led violáceos, mesas prolijamente dispuestas. Cocina a la vista, terraza. El equipo en plena acción en un tablón enorme dondeultiman detalles para la presentación del primero de los cuatro pasos elaborados para la noche del sábado:, una ensalada tibia con unas remolachas hervidas en caldo, garrapiñadas de almendra, queso azul y salsa de garbanzos.

 

La función

Leandro Trujillo es berissense y dueño de la casa. Hasta diciembre, fecha fundacional de Monoblock, era su único morador. Sonriente y atento, invita a conocer lo que antiguamente era su habitación, en un segundo piso, hoy transformado en un living pequeño con dos mesas y confortables sillones. El espacio es semiabierto, con una estructura que rememora a los loft de los años ’90.

Repasa, en el mientras tanto, el origen de las juntadas con amigos, donde Federico Vicenzi, cocinero, deleitaba con sus platos. A raíz del clamor de los parroquianos, Trujillo comenzó a remodelar su casa. La idea estaba clara y decidida.

Mientras los comensales arriban, el anfitrión precisa cómo Vicenzi, por su parte, convocaba a sumarse a su colega y amigo de años Hernán González, de paso por el desaparecido restó a puertas cerradas platense Carta Postal. De repente, ambos cocineros se sumergen en la escena montada por encima del tablón exterior, repleto de platos dispuestos a ser finalizados y trasladados a las mesas.

«Tratamos de jugar bastante con los menúes. Los cambiamos todas las semanas, priorizando productos de estación e intercambiando opiniones en un grupo de WhatsApp que compartimos. Cada uno tiene su ocupación y asuntos personas en paralelo, por lo que Monoblock para nosotros es un espacio de pleno disfrute», señala Vicenzi en una breve pausa del servicio.

La estructura del menú es convencional: entrada liviana, un abrebocas, una pasta o carne y el postre. El sitio abre todos los sábados con la metología de los pasos pero los jueves y los viernes se encuentra disponible la opción «íntimos y privados», centrado en carnes y vegetales a la parrilla, de corte bien criollo, para grupos de no más de 12 y 15 personas.

«Buscamos que la gente viva en Monoblock una verdadera experiencia, que se sientan cómodos, distendidos y que lo puedan disfrutar tanto como lo hacemos nosotros cada seman», finaliza González al cierre de una medianoche neblinosa berissense.

 

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