Cada 30 de junio se celebra en Dia del Trabajador Molinero. Para conmemorarlo, visitamos el Molino Campodónico, fundado en 1888 en nuestra ciudad. Allí, en el histórico lugar de 1 entre 58 y 59, donde funciona 24/7 desde sus inicios. hablamos con Alejandro, Pablo y Nicolás, miembros del directorio y CEO actual de la empresa, respectivamente. Los tres son familia y junto a más miembros del clan y un equipo enorme y comprometido, llevan adelante la tarea de moler trigo, fabricar harina y estar atentos a las tendencias gastronómicas y de los tiempos, para elaborar un producto que acompañe desde la calidad y la diferenciación.
Nos sentamos a la mesa del directorio con ellos; recorrimos la fábrica y conocimos la casona familiar; tesoro oculto de la zona del Bosque, que fue la vivienda de don Miguel Campodónico y su familia.
“La capacidad prima sobre el apellido en esta Pyme, que es más ‘me’ que “py” y que a pesar de sus crisis generacionales, supo enfocarse en profesinalizarse en post de buscar siempre una mejor calidad. Además, la italianidad ha sido siempre uno de los valores de este emprendimiento”. dice Alejandro.
“Miguel era práctico mercante en Italia; cuando llegó a Argentina trabajó en embarcaciones vinculadas a la actividad cerealera. Cuando comenzó a gestarse la fundación de La Plata, la zona requiro la instalación de un molino para abastecer de harina a quienes estaban trabajando, fue así que Miguel se instaló en el barrio de La Granja. Primero fundó el molino El Cisne junto a dos socios y luego este, también con otros socios. Miguel muere joven, en 1915. Guardamos sus libros contables de la época; anotaba todo y eso nos dejó un registro de cómo fue la actividad de aquel momento y también de cómo era él”, cuenta Pablo.
“Creemos que la segunda generación trasciende al fundador, por el mayorazgo, por su vínculo con la sociedad, porque llegaron a ser en su mayoría profesionales y porque llegaron a ser parte de la fundación del Hospital Italiano, desde la Sociedad de Socorros Mutuos. Por supuesto la empresa tuvo una crisis societaria entre la segunda y la tercera generación, alrededor de 1980. Porque los más jóvenes eran uno bioquīmico, otro médico, otro agrimensor y tuvieron comenzar a relacionarse con este mundo de grandes y con gran desconocimiento acerca de la actividad. Tuvieron que aprender de grandes para tomar las riendas. Zanjeada esa crisis, a partir de alli se trabajó mucho en la profesionalización del molino, cuentan los primos Pablo y Alejandro, ambos de la cuarta camada, la que viendo hacia atrás se involucró de joven.
Lo mismo ocurre con la quinta, de la que es miembro Nicolás Gil, hijo de Tito Campodónico, que son sus flamantes 37 años, hoy es el gerente general de Molino Campodónico, uno de los 160 molinos harineros del país, que cada año está posicionado entre el quinto o sexto lugar en producto actividad.
Pero no es la cantidad sino la calidad lo que marca el rumbo actual de la empresa. “Desde hace varios años trabajamos en cómo distinguirnos, como ser diferentes y en cómo pararnos frente al futuro. Un molino como industria va a abastecer de harina; eso es lo básico. Pero a quienes va a abastecer? A panaderías, fábricas de pasta, fabricas de panificados, de galletitas. Cada uno de esos productos necesita harinas diferentes, por lo tanto nosotros venimos trabajando en la especialización para cada uno de ellos. Las necesidades de la gastronomía son nuestro Norte, lo que nos marca que tipos de máquinas tenemos que tener, que tipo de productos tenemos que producir. Para que el pan que haga tal o cual cocinero tenga determinadas características únicas y él o ella puedan lograr lo que se proponen. Somos un eslabón anterior a la cocina, al horno; o sabemos y trabajamos con esa responsabilidad”. dicen.
“Uno de nuestros nichos son las fábricas de pastas. Tenemos un muy buen producto para pastas artesanales. Y también el haber abastecido a grandes marcas de panificados nos hizo marcar una diferencia y empezar a hacer productos específicos, que aguantan largas fermentaciones, que el resultado final sea de una calidad superior”, cuentan.
“Antes se hacia pan con otros tiempos; el tiempo es parte de los ingredientes que tiene el pan del pasado. Desde hace unos años, los emprendimientos jóvenes empezaron a entenderlo y a hacer productos de larga fermentación, que no solo es más rico, sino que llega a ser más sano; lo comés y te cae liviano. Salvaje, La Valiente, son algunos de los referentes de CABA, pero en nuestra ciudad Afán, Lebrel, son parte de este cambio que se está dando y creemos que es hacia donde va todo: las nuevas panaderias, con procesos de antes”, dice Pablo, feliz de lo que está pasando y de los nuevos desafíos que cada cambio dentro de la gastronomía le impone a la familia. Los aceptan todos.
“Lo nuestro tiene que ver con las necesidades que tienen hoy los cocineros, los panaderos. Por eso, surgió también la necesidad de hacer harina orgánica. El presente nos muestra que la alimentación del futuro va a ser mucho más saludable; en las generaciones actuales hay mucha consciencia de alimentarse de esa manera y de que sus hijos coman más sano. Por eso, desde hace unos cinco años hacemos harina orgánica; un producto mejor tratado, que hoy constituye un 10% de nuestra producción pero sabemos que va crecer en forma constante”.
Hoy el molino cuenta con tres líneas: una de autor que es la que lleva el apellido en la etiqueta, que es la de las especialidades -como por ejemplo, la Fuerza, para pizzas napolitanas, o la Panes Blandos-; la segunda es Raíces, que es la orgánica; y por también Harinísima, que es la genérica, la que más usan los panaderos e incluye semolines y otros productos. Las premezclas se llaman Mirácolo.
COMO PARARSE FRENTE AL FUTURO
El Molino Campodonico es el primero de Sudamérica en convertirse en una Empresa B.
“Hoy el camino es la sustentabilidad y pudimos calificar con esta denominación por nuestro compromiso con el medioambiente, la economía y la sociedad. Esta es nuestra manera de mirar al futuro; midiendo nuestro impacto ambiental y estando insertos en la sociedad como lo han hecho las generaciones anteriores de la familia”, dice Nicolás, que se ha capacitado en Finanzas y Agronegocios en diferentes países de Europa, conociendo muy bien cuales son las tendencias a nivel mundial.
Huella de carbono y biodiversidad
- Huella de carbono de Molino Campodónico: En el 2023 se trabajó en la mitigación, disminución del 50% con respecto a 2022.
Energía, agua y residuos
- Más del 80 % de la energía consumida en la Planta 58 proviene de fuentes renovables. (incremento del 50 al 80% de un año a otro)
- Más de 177.232 kg/ud de residuos gestionados durante 2023. (acuerdos con Amiplast y Esur)
Comunidades
- Molino Campodónico colaboró con 30 instituciones a través de donaciones (12 centros asistenciales + 16 instituciones educativas y 2 residencias para personas).
“Hacemos acciones con merenderos, con el Banco de Alimentos; los Campodonicos siempre estamos relacionados con la sociedad, es nuestro legado. Estamos orgullosos de ser platenses; de que nuestro apellido pueda trascender. Ya sea llevando nuestra harina a chicos o familias que lo necesitan o posicionando al molino hoy en dia como una Empresa B, con el foco puesto en la sustentabilidad. Nosotros somos parte de un proceso que hoy en dia tiene estos resultados”, dicen.
¿Qué hay más allá? “De todo”, responden al unísono. Y es que la pasión y el trabajo no se detienen. Harina sin gluten? ¿Un producto con espelta, ese trigo ancestral que está está hoy tan de moda por sus múltiples beneficios nutricionales? Habrá que esperar a que los Campodonico nos sigan sorprendiendo. Para ellos el futuro llegó hace rato. Y lo siguen construyendo sin prisa pero sin pausa.