La comida de los hospitales en la literatura

Acabo de leer una novela magnífica recientemente editada, de la autora española Bárbara Blasco (Valencia,1972), llamada Dicen Los Síntomas. La misma transcurre en una habitación de hospital en su totalidad, debido a que la narradora tiene a su padre internado con un coma profundo, y pasa las horas entrando y saliendo en ese mundo de pasillos y habitaciones con olor a desinfectante y poblado de personas lidiando con  enfermedades.

Y dentro de ese territorio en el que la vida y la muerte libran su batalla, resulta que los allí internados…comen. Sí, claro, se alimentan. Como pueden, según lo que les está permitido, a regañadientes. Y podemos escribir una columna con esto? Veremos..

Para empezar, todos sabemos que en Clínicas y Hospitales está lo que se come en las habitaciones y lo que provee el buffet. Dos mundos diferentes. Es por ello que en esta novela, a las 8 y media la auxiliar trae la bandeja con la cena: puré hervido, muslo de pollo, pera. Eso destinado al internado. Pero la narradora decide bajar a la cafetería y pide un pincho de tortilla y una cerveza.

Y acá la historia incorpora un nuevo protagonista, que jugará un rol decisivo en la trama: el compañero de habitación. Un hombre sin familia, que pasa sus horas en la cama de al lado leyendo y observando todo. Es así que surgirán las primeras charlas entre ambos, y al poco tiempo la protagonista empieza a traer a la habitación vituallas del exterior. Primero, un poco de queso de la Sierra de Espadán, y otro tanto de jamón de Guijuelo y un Ribera del Duero. El contraste entre estos manjares y el caldo de verduras y la merluza hervida que quedan abandonados en un rincón, pueden imaginarlo.

Algunos días después, el menú oficial indica guiso de pavo. Pero la mujer y el hombre de la cama de al lado, piensan en Stilton ( el Rey de los quesos, según los ingleses) y en salvadoras gildas (sic), esa especie de tapas o pinchos tan populares en España. Y aparecen yogures de fresas y un pack de gazpacho para seguir desobedeciendo la comida oficial.

Algunas páginas después, la mamá de la narradora es quien aparece en la habitación. Trae una Moussaka (foto portada) para compartir, y  se quedan debatiendo cual receta del típico plato palestino es la apropiada: si con papas o con láminas de pasta. En este punto, debo admitir que recurrí a los servicios de Google para asegurarme de qué hablan. Y descubro que hay una variante griega de la Moussaka que se hace con carne picada de cordero, distinta a la versión de Oriente Medio hecha en base a berenjenas.

   

A esta altura de la columna, los queridos lectores se estarán preguntando:  ¿Dónde aparece la comida de hospitales prometida en el título? Es hora de dar una respuesta, y la respuesta es que tal cosa.. fue una excusa para volver a mi novela favorita de todos los tiempos. Hablo de La Montaña Mágica, de Thomas Mann, el autor alemán Premio Nobel de Literatura de 1929. En la misma, el joven Hans Castorp visita a su primo que está internado en el Sanatorio de Davos afectado de tuberculosis. Lo que está pensado como una visita de 7 días, termina convirtiéndose en una estadía de 7 años, debido a que Hans contrae una afección y se ve obligado a internarse junto a su primo y a un singular número de personas.

Y acá sí que tenemos una hermosa variedad de manjares que aparecen en sus páginas. Claro, no se trata de un hospital clásico. Pero les aseguro que dan ganas de, al menos, pasar una breve estadía y probar lo que se ofrece. En principio, Thomas Mann utiliza a la sopa como metáfora de lo eterno, del tiempo que en esa clínica de montaña pasa muy despacio. La sopa siempre aparece en el menú servida con distintas variantes, crema de espárragos, sopa juliana, caldo de carne, gachas de avena. Pero después viene lo mejor : «crema de espárragos, tomates rellenos, asado con toda suerte de guarniciones, un postre de dulce particularmente bien preparado, tabla de quesos y fruta…».

¿Quieren saber cómo era un desayuno en la monumental novela?  «Tarros de mermelada y miel, cuencos de arroz con leche y gachas de avena, fuentes de huevos revueltos con carne, fiambre y mantequilla en abundancia. Alguien alzó una campana de vidrio bajo la que rezumaba un queso suizo para cortar un pedazo. En el centro de la mesa había un frutero con frutas frescas y secas. Una camarera vestida de blanco y negro preguntó a Hans Castorp qué deseaba beber: cacao, café o té»…

¿Y bebidas? Cito Textual:  «… ella prometió traerle cerveza de Kulmbach y, en efecto, así lo hizo. Era una cerveza negra, espesa, con una espuma morena, que reemplazaba perfectamente a la porter. Hans Castorp la bebió con avidez en un vaso alto de medio litro. Comió fiambre con pan tostado. De nuevo había gachas de avena, y de nuevo mucha mantequilla y fruta. Él no hizo más que contemplar los platos, sintiéndose incapaz de comer nada».

Pero tal vez sea este párrafo la muestra mas perfecta entre lo opíparo y el contexto del lugar. Manjares en medio de enfermedades y confinamiento. Dice Mann : «La comida era tan excelente como copiosa. Contando la sustanciosa sopa, comprendía nada menos que seis platos. Después del pescado venía un sólido plato de carne con diversas guarniciones; luego un plato especial de verdura, carne de ave asada, un postre especial de natillas, tan rico o más que el de la víspera y, finalmente, queso y fruta. Cada fuente pasaba dos veces, y no en vano. Se llenaban los platos y se comía en las siete mesas; un apetito feroz reinaba bajo aquel techo, un hambre canina que hubiera sido observada con placer si, de algún modo, no hubiera resultado al mismo tiempo inquietante, repugnante incluso».

Y creo que hemos llegado al fin de esta desordenada y engañosa columna. Sólo me resta recomendar con fervor la novela de Bárbara Blasco ( Dicen Los Síntomas), y volver una y otra vez a la obra de Thomas Mann.

Y si por esas circunstancias de la vida tienen que pasar por las rutinas hospitalarias, les deseo de corazón que la gelatina les parezca mousse de frambuesa.

Hasta la próxima!!!

Alejandro Bidart

Periodista y citybellense por adopción.

Ver todas las entradas de Alejandro Bidart →
google.com, pub-1439567897735012, DIRECT, f08c47fec0942fa0
google.com, pub-1439567897735012, DIRECT, f08c47fec0942fa0
google.com, pub-1439567897735012, DIRECT, f08c47fec0942fa0
google.com, pub-1439567897735012, DIRECT, f08c47fec0942fa0
Verificado por MonsterInsights