Sebastián Casali es el frontman de la bodega El Monte e integra la Cooperativa de productores de vino de la Costa de Berisso. Inquieto, arriesgado y siempre dispuesto a experimentar, en esta oportunidad apuesta a cepas como Tannat y Marselan, que ya demostraron éxito del otro lado del río, en el Uruguay.
En un contexto climáticamente devastador -las lluvias provocaron la pérdida de un 50 por ciento de la producción- Casali participó del proyecto Mar Dulce difundido por Vinito and Co, una edición limitada de 100 botellas que combinó su Isabella rioplatense, el Pinot Noir marino de Punta Alta de Santé Vins y un malbec de las sierras de Pillahuinco, en Coronel Pringles, sudeste provincial, creación de Myl Colores .
Ese espíritu en movimiento permanente, a pesar de las adversidades que presentó la vendimia, empujó al productor berissense a renovar y redoblar esfuerzos. «En agosto vamos a plantar Tannat y Marcelan, cepas vitis viníferas a diferencia de las labruscas de la zona como la Isabella y Niágara. Es una apuesta. Recién en tres años si Dios quiere hagamos un vinito. Por lo pronto, anhelamos que prendan bien las plantas», aseveró.
«Elegimos el Tannat -500 plantas para probar- por la cercanía con el Uruguay, es su uva insigne. Estamos a sólo 80 kilómetros del otro lado de Canelones, por ejemplo, que es donde tienen plantado, el clima es muy parecido y se adaptó muy bien. Al mismo tiempo optamos también por 200 plantas de Marselan, una cepa francesa creada en un laboratorio, que es una cruza entre Cabernet Sauvignon y Garnacha, de muy buena productividad. Hay en Uruguay pero también en Entre Ríos y en la provincia de Buenos Aires, en Junín específicamente con bodega Las Antípodas. Con estas nuevas cepas, más las 300 con las que contamos, vamos a alcanzar las 1000 plantas», desarrolló Casali.
Lo que dejó 2023
En vistas a la fiesta del vino berissense a realizarse en julio próximo, El Monte adelanta, como novedad, que «este año va a haber un vino que hicimos con Lucia Bulacio y Pame Godoy, de las Feria Salvaje. Vinieron a vinificar a Berisso, hicimos un poco más de 200 litros de Niágara. Es un vino que no tiene nombre pero les adelantamos es sin filtrar, no tiene agregado de sulfitos ni nada».
Además, contarán con 100 botellas de espumoso elaborado junto a La Madre Selva, bodega de familiares de Casali, cuyo vino base es una cofermentación de Pedro Ximénez y Niágara, más una segunda fermentación con método champenois. Paralelamente, como novedad, llevaron adelante también una pequeña partida de prueba de pinot noir, aún sin nombre, pero con muchas expectativas de cara a su presentación en sociedad dentro de pocos meses.
«Vamos creciendo de a poco. Ahora tenemos que plantar y eso requiere mucho laburo en el campo. Con mis hermanos Martín y Mariana acondicionamos un pedazo de tierra que teníamos, que era de mis abuelos, para en agosto encarar esta nueva etapa. Estamos acondicionando el campo, poniendo palos, tenemos que poner alambre, el sistema de riego. Es un laburazo pero estamos contentos, no nos podemos quejar, je». cerró Casali en diálogo con TUCO.