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El Checheno: whisky de maíz hecho en Bera

Motociclismo, amistad y buenos momentos: ese el espíritu que dio origen a este bourbon bonaerense de la mano creadora de Federico Monterroso. Conocé todo sobre El Checheno, sus variedades y cómo conseguirlo.

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Procesiones motoqueras por las rutas argentinas. Juntadas. Campamentos. Y sobre todo, camaradería, una palabra que condensa conceptualmente a la perfección el origen de El Checheno, el whisky de maíz elaborado por Federico Monterroso desde Berazategui.

«El paladar relaciona a nuestro whisky con los whiskeys americanos por su dulzor, tanto Bourbon como Tennessee. Sin embargo, El Checheno no se añeja únicamente en barriles de roble americano sino que también usamo de roble francés y barriles sazonados, los cuales dan una complejidad y características únicas. Es muy distinto en todo sentido, muy por fuera de lo convenicional», explica el productor.

Cuenta con dos variedades, LT.10 y Fuerza del Barril.  El primero posee con 44% de graduación alcohólica, fue elaborado con 80% de maíz y 20% de cebada malteada. Contiene una combinación de 4 barriles;  el 70% de esta mezcla corresponde al whisky más antiguo, el cual fue embarrilado el 30 de Julio del 2019, el 30% restante corresponde a 3 barriles, de los cuales el mas joven fue puesto en barriles en febrero del 2020. Todos los barriles son distintos: uno es de roble francés, otro americano, los otros 2 también son americanos aunque fueron sazonados previamente a ser utilizados.

El LT.10 tiene una notable presencia de taninos, color ámbar identificable y es un tanto picante; se distinguen notas cítricas y balsámicas que, de acuerdo a Monterroso, «remontan al licor Jägermeister, cerrando con un final semiamargo que nos recuerda al café o chocolate amargo».

Por su parte, La Fuerza de Barril, si bien fue elaborado con los mismos 4 barriles del otro, es «notablemente distinto ya que su combinación nos permite apreciar las características que aporta el barril de roble americano y los barriles sazonados. Fue elaborado con 80% de maíz y 20% de cebada malteada, con 55% de alcohol. Es un whisky que si bien tiene una considerable graduación alcohólica, es amigable, suave y aceitoso, dulce, con una nota de vainilla muy presente; de fondo se sienten notas balsámicas y un final largo».

Importante: podés consultar y comprar @el_checheno_whisky_de_maiz vía Instagram. Envíos a todo el país y retiros por Berazategui.

 

El origen

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«En 2017 formaba parte de un grupo de motociclistas. En un viaje que hicimos a Tandil, en julio, pleno invierno, mientras armábamos las carpas y nos acomodábamos, compartimos unas buenas copas de Jack Daniels para calentar la garganta. Mientras se daban charlas varias que no dejaban de ser un rejunte de opiniones, se me despertó la chispa por querer saber todo», explica Monterroso en diálogo con TUCO.

El hombre, de frondosa barba y asiduo fumador en pipa, fue bautizado por sus compañeros de ruta como «Checheno» por deformación del apodo original, «Armenio». Por lo que el nombre de lo que sería su producto final sería por decantación. Retomamos el hilo.

Una regresado de Tandil, comenzó a leer e investigar concienzudamente. De acuerdo a consejos, ideas y planos que surgieron tras intensos intercambios por Facebook con destiladores, construyó lo que fue su primer esbozo de alambique: olla de acero inoxidable conectada a un caño angosto de cobre -el usado en heladeras-, que ingresaba y salía en forma de serpentina dentro de un tacho grande -a modo de «enfriador», que contaba con una canilla por debajo.

Con la modesta invención, malta molida y «mucho entusiasmo», llegó al primera destilación: «hice un mosto parecido al de una cerveza, lo dejé fermentar 3 días, y luego de filtrarlo lo pasé a la olla, la cerré herméticamente y prendí la hornalla. Tenía miedo de iniciar un incendio, esperé a ver qué pasaba, sentado con un matafuegos al lado por las dudas».

Pero para su sorpresa, después de un buen rato, desde el extremo opuesto del caño de cobre que salía del «enfriador» empezó a gotear un líquido transparente con un aroma muy familiar, alcohol. «Ese momento fue trascendental, algo pasó, algo cambió, eso que había estudiado e investigado durante tanto tiempo y que pretendía materializar, empezó a querer meterse en este nuestro mundo», detalla.

El nacimiento

El resultado de esa primera vez fue de unos 2 litros de alcohol con un 65% de graduación aproximadamente. «Me voló la cabeza, no podía creer que había destilado ese alcohol transparente y aromatico de una forma tan precaria. Por supuesto no contaba con un barril para añejarlo, mucho menos con tiempo: la ansiedad me mataba, así que hice una especie de «maduración» con pedacitos de madera de roble quemados que los ponía dentro de las botellas, era increíble lo rápido que tomaba aroma y color esa especie de aguardiente».

Dos semanas después, filtró y probó: «el sabor era espantoso pero era mi creación y estaba contento. Guardé una botella para mi y otra para compartir con amigos, que por supuesto me dijeron que era muy bueno y le siga metiendo para adelante. De paso, yo estaba atento , no sea cosa que alguno quedara ciego», entre carcajadas relata Monterroso.

«Eso que hice me apasionó y que quería hacerlo en serio y como correspondía, así que me compré un alambique y un barril de 50 litros. Finalmente, el 30 de julio del 2019 embarrilé mi primer whisky», recuerda con emoción.

Tres años después, el primer lote de El Checheno vio la luz. «Me sorprendió, es un whisky distinto, muy complejo e interesante y con mucho potencial de cara a los próximos lotes.  Como tenemos una producción minoritaria, vamos aumentando en stock y en tiempo de añejamiento. Nuestro segundo lote será lanzado en el primer trimestre del 2025, con 5 años de añejamiento».

 

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