El restaurante de Plaza Paso celebra su 50 aniversario. Para conmemorarlo, incluyó coctelería, un menú de platos tradicionales de la carta y redecoró su salón. Además, viene otra gran novedad para este año: la sucursal de City Bell se muda enfrente, a un espacio con salón interno. Entrevistamos a Nicolás Terpolilli, tercera generación de la familia y quien hoy está a cargo de este clásico de clásicos de nuestra ciudad.
Estamos acostumbrados a contar las historias desde el principio, pero decidimos contar la de Don Quijote desde el presente. Nicolás Terpolilli, está sentado en una de las mesas del que desde hace nueve años es su restaurante y dice: “desde hace un tiempo, cuando estoy acá, miro a mi alrededor y siento que este lugar es cada vez más como soy yo. Recién ahora lo siento realmente mío, porque creo que pudimos lograr que lo histórico conviviera con tener un espacio más actual, tanto desde el ambiente como desde la carta. No fue simple: acá hay clientes que vienen y ni leen el menú; solo piden ‘lo de siempre’. Y yo tuve que amigarme con todo lo que pasaba cuando quería sumar cambios. Tuve que entender que hay cosas, como la Suprema Maryland o el Omelette Surprise, no se tocan. Y bueno, en este camino, también pudimos hacerles entender a los comensales antiguos que algunas cosas había que actualizarlas, para dar lugar a un público nuevo”. Hoy está pasando y Nico se siente feliz. Lo hizo posible.
Desde afuera, el restaurante luce casi igual que en todos estos años. Pero al ingresar, la recepción se convirtió desde este mes en una barra de coctelería -porque los tragos y la presencia de una bartender es una de las nuevas incorporaciones-; quienes no lo visitan hace mucho, pueden descubrir un salón más amplio, más luminoso y con detalles decorativos renovados.
En estos días, además, hay globos negros y dorados; y dos “photo oportunnity” donde capturar un recuerdo alusivo al aniversario. Este 14 de septiembre Don Quijote está celebrando sus Bodas de Oro y muchas de las cosas que están sucediendo tienen que ver con festejarlo a pleno.
UNA QUIJOTADA
“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”. La frase es de la obra más célebre de Miguel de Cervantes Saavedra, cuyo título le dio nombre al restaurante. Don Quijote supo sostener su jerarquía y su nombre intactos durante estas cinco décadas, a través de las tres generaciones que estuvieron a cargo del lugar. Primero fue Alfredo, “el gastronómico de la familia”, cuando decidió cortar con la sociedad que tenía en el salón del Colegio de Abogados de calle 13 y abrir su propio boliche, que fue literalmente eso: Isidoro, una confitería bailable. El baile duró poco, porque lo suyo era la cocina. Su hijo Rubén lo convenció de que el restaurante era una mejor idea.
Rubén -a quien se lo puede ver todos los días almorzando en una mesa del restaurante, compartiendo la charla con su hijo o con algún viejo cliente- en ese momento estudiaba Abogacía y estaba por convertirse en escribano. Pero los Terpolilli son apasionados de su restaurante y esta quijotada lo sedujo más.
Tanto él, como luego su hijo Nicolás -que es administrador de empresas- siguieron el legado de Alfredo y se dedicaron al restaurante.
Allí también trabajaron las mujeres de la familia: la abuela Yolanda y la mamá de Nico, Dorita, que estuvieron siempre en la recepción. Todos fueron testigos de las celebridades que almorzaron o cenaron en Don Quijote: cantantes internacionales como Joaquin Sabina y Joan Manuel Serrat o deportistas como los Verón, entre tantos otros. En una visita de los Rolling Stones, los músicos cenaron los bifes de chorizo que el restaurante les envió al estadio.
Las anécdotas son cientas en todos estos años de trayectoria, pero Nicolás se queda en cuando era chico y este espacio donde está sentado durante la charla era “el patio de mi casa”. Ahora con su familia -su esposa Rosario y sus hijos Hilario, Felipe y Felicitas- tiene su hogar en Gonnet, pero la zona de Plaza Paso fue su barrio durante la niñez y la adolescencia. “Con mis amigos, comíamos, íbamos un rato a la plaza y después nos veníamos para acá, cuando el salón era un poco más chico. Esta siempre fue mi segunda casa”, recuerda.
Fue así como tras graduarse en la facultad, decidió que quería quedarse a trabajar en el restaurante; “este era el lugar donde quería estar”, reafirma. “No fue simple; era el año 2009. Acá muchos de los empleados me habían visto nacer y fui teniendo que tener el rol de coordinar a todo el equipo. En 2015, de hecho, fui tomando el rol de mi papá, al que siempre le voy a estar agradecido por la oportunidad de poder dedicarme a esto”, dice Nico.
“Valoro mucho los reconocimientos que fue teniendo el Municipio con nosotros. En la gestión anterior nos declararon ‘Sitio de Interés Turístico y Cultural de La Plata’; y en breve recibiremos una distinción por este 50 aniversario. Siento que son cosas importantes para el lugar, para la familia y para el equipo”, subraya.
“Yo siempre digo que no es lo mismo trabajar sobre lo hecho, que abrir un lugar de cero. Acá tuvimos que ir probando qué se quedaba y qué iba a ser lo nuevo, para no hacer un cambio drástico que los clientes de siempre no aceptaran . Pudimos hacerlo gracias al compromiso de todo el equipo. Somos unas 30 personas entre salón, cocina y administración. Nos dio una gran mano el chef Toto Liera, durante el tiempo que estuvo trabajando con nosotros. En esos años pudimos incorporar métodos actuales en la cocina para hacer lo de siempre y también renovar la carta. Ahora, lo que se viene es el nuevo local de City Bell. Alquilamos enfrente de dónde estamos y vamos a tener salón. Estamos felices de poder brindar un mejor servicio siempre en los dos lugares”, adelanta con orgullo.
La charla se termina y es el momento de comer. ¿Qué almorzamos? Queremos que la casa recomiende: “de entrada, compartimos una provoleta. De principal, para vos un Risotto negro, con tinta de calamar y mariscos y para mí un Bife de Chorizo a la Toscana. De postre, el Volcán de chocolate está saliendo espectacular, pero el clásico de la casa es la Mousse. Así que pedimos los dos”. Con estos recomendados nos despedimos. A disfrutar.
UN MES LLENO DE SORPRESAS
Septimbre es el mes de celebración en Don Quijote y está lleno de perillas para compartir con sus comensales.
Una de ellas es el sorteo que se realiza cada sábado entre quienes se toman una foto en el salón y la publican en sus redes. Todos participan por un voucher para cuatro personas para comer en el restaurante.
Otra es el menú especial que se sirve hasta el 23 de septiembre, en el que ofrecen los platos clásicos que hicieron tan popular al lugar. Entre las entradas están el Jamón glacé con ananá y las Pechuguitas de pollo en escabeche; entre los principales, la Saltimbocca a la Romana, el Paupiette de lomo a la Francesa, el Pollo deshuesado a la Florentina y el Lenguado a la Margarita. De postre: Isla Flotante y Peras al Malbec.
Por otra parte, el restaurante realiza cada mes una degustación de vinos, con distintas bodegas y con un menú fuera de carta.
- Info: @rdonquijote