Tony Rosato, el médico que cocina a puertas cerradas

Antonio «Tony» Rosato es un médico platense que ofrece menúes temáticos y cenas a ciegas en su hogar, ubicado en algún punto de la ciudad, a puertas cerradas. Secretos, sorpresas y disfrute. Contacto vía Instagram. Cupos muy reducidos. Su historia.

paella rosato

«Como todo anhelo nace y va tomando forma con el tiempo. En mi caso un tiempo largo ya que la profesión médica no da respiro y muchas veces impide que los sueños puedan hacerse realidad. Un buen día, decidido, le puse fecha y ya no hubo retorno posible. A cocinar para amigos al principio conocidos y de a poco, desconocidos tentados por el menú o la temática», explica, a modo de introducción.

-¿Cuál es tu vínculo con la cocina?

Nací en un hogar de napolitanos y ya a los 7 u 8 años era el encargado de darle vueltas a la máquina de pastas. Todas las recetas de mi madre con el aroma del café torrado del domingo y el perfume a albahaca quedaron registradas en la memoria ya que no dejó nada escrito. Nunca la vi leer una receta y sin embargo lograba los mismos resultados. Siempre fui un amante del buen comer y un apasionado de la literatura y los programas culinarios.

Fui cocinero durante años en familia, con amigos, en cumpleaños. De vacaciones en la playa.  En las guardias hospitalarias en todos los agasajos posibles. Traté incansablemente de juntar familiares y amigos en la misma mesa, aunque fueran desconocidos entre sí, logrando siempre un resultado alegre y fantástico. La conjunción de una buena comida y un vino acorde puede lograr las risas y carcajadas más disparatadas y la más simple de las comidas se transforma de repente en una fiesta.

 

-¿Y cuándo llegó ese día? El del primer paso.

-Un día me hice de tiempo y di el puntapié inicial a la primera cena. Allí por abril de este año, hace relativamente poco.

-¿Cómo describís a tus propuestas?

Empecé con una cena de pasos. Trato de que sean noches temáticas. Así nacieron las noches napolitanas con recetas de mi amada madre. Pescados y mariscos con una gran paella como vedette. Y finalmente surgieron las cenas a ciegas:  los comensales ingresan al salón con antifaz y van degustando pasos, tanto fríos como calientes, concentrados en todos los sentidos excepto la vista, lógicamente. Suelen tener resultados increíbles por las confusiones que se generan. Por ser muchas veces incapaces de distinguir productos de consumo diario. Ver a la gente con los ojos tapados sacándose selfies es algo my divertido, digno de ver. Y aunque les parezca mentira, debo confesar que nunca estuve del otro lado.

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-¿Qué devolución has tenido en este recorrido?

¡Muy buena, por suerte! Ayudados por las redes sociales y los comentarios de aquellos que se han retirado satisfechos, vamos poco a poco creciendo y con ese paso lento pero firme estamos permantemente a la búsqueda de nuevas temáticas para que no sea una simple cena, sino una experiencia distinta, divertida, alegre, informal y en gran parte de aprendizaje mutuo.

-¿Cómo te definís ahora, con todo ésto que te está pasando?

-Mi profesión de médico es mi vida y lo seguirá siendo hasta mi último aliento, por un lado. Por otro, soy un simple amante de la buena comida compartida en alegría con quienes quieran ocupar un lugar en mi mesa. De ninguna manera me considero un chef, me quedaría más que grande y sería irrespetuoso de mi parte.

 

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