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Es un proyecto de cocina móvil que desde hace dos años se luce cada semana en el patio de cervecería Laurus. Color, sabor y sazón de la mano de Lucas Canteros.
Ice Bear Cucina es itinerante, inquieta y atrevida que «va colonizando con sus colores y gastronomía todos los rincones posibles», de acuerdo a su creador.
Con dos años oficiando como «residente» en el Patio de Laurus, su impronta ya es harto familiar para la concurrencia habitual. Su sopa crema de brócoli, las empanadas rebozadas, pizza roll, sanguchería en general y los platillos árabes como el shawarma y el falafel forman parte de destacado ititnerario. «Se me reconoce mucho el buen sazón y que las salsas rojas (habitualmente de pastas) me quedan excelentes (no tienen acidez y la textura es muy buena)», advirtió Canteros.
Todo ese período en Laurus le sirvió mucho en todos los niveles. Le permitió, en primer lugar, ofrecer su trabajo con regularidad; lo que encadenó además nuevas oportunidades de crecimiento en sendas presentaciones de marcas de cerveza, degustaciones de vinos, catas de whisky, servicios de lunch y también el armado y diseño de cenas privadas. «Laurus y toda la gente que pasa por ahí tiene una energía muy positiva, una onda especial. Siento que nada puede salir mal allí. Me han ayudado mucho», resumió.
Arriesgar, parte de la historia
Tal vez haya sido a los 10 años, cuando en el colegio pupilo en el que residía participó de una clase sobre cómo preparar pizzas lo que despertó algo en su interior. Ese contacto con la harina, el agua, la génesis de una masa. Un destello, una sensación hasta corporal.
Terminó el secundario y enseguida Cantero pasó a colaborar con su madrina, Romina Abaca, una chef recién recibida que contaba en ese entonces con un emprendimiento de alimentos precocidos para restoranes y kioskos. Luego estudió gastronomía en el Instituto Angel Salvatori, egresó en 2012 pero jamás ejerció. «Transmitía lo que sentía a través de la gastronomía a las personas que le tenia aprecio, reservaba la instancia en la intimidad».
Años más tarde, contó con amigos varios que lo incentivaron y alentaron a seguir adelante. A romper las ataduras. Así fue que dejó la comodidad de su empleo de oficina tras interminables debates internos.
«Tengo sólo palabras de agradecimiento a todos aquellos que me ayudaron y que de alguna manera formaron parte de todo esto. Hay que arriesgar e intentar cuando hay una pasión. Todo este proyecto, este crecimiento, es lo mejor que me pasó en la vida», concluyó Cantero.
