Saboreando Portugal

Portugal fue un país que visitamos con todos los sentidos, pero el gusto fue lo que más desarrollamos. Nos sentíamos en la obligación de comprobar su fama gastronómica, y a la hora de armar nuestro recorrido, quisimos atravesar el país de norte a sur. Comenzamos por Oporto, Braga, Guimarães, Aveiro, Costa Nova, pasando por su capital Lisboa, Sintra, terminando en Lagos y Sagres. Resumiendo, podemos decir que la gastronomía portuguesa tiene como ingredientes principales el pan, aceite de oliva, los pescados y mariscos, carnes y quesos.

El primer destino del itinerario fue Oporto y como su nombre lo indica no podíamos dejar de degustar su vino! El Oporto característico por su dulzor tiene sus propios rituales, desde la variedad del vino blanco para el aperitivo hasta los más dulces acompañando un postre a base de queso y de frutos secos o el hermoso maridaje con chocolate, es una sensación exponencial que se completa si estas sentado en la Avenida de Diogo Leite, donde se encuentran varias bodegas a la vera del Río Duero.

En Braga el plato que se repite en todas la cartas es el Chivito, lo probamos y comprendimos que la calidad de la carne y la cocción era la clave de su popularidad. De postre nos dimos el lujo de probar el Pudim Abade de Priscos. El pudín de Braga es único porque contiene tocino y una gran cantidad de yemas de huevo, una de las recetas del famoso Abad Priscos, una delicia dulce y delicada. Y si hablamos de la bebida y buenos descubrimientos, nos referimos al Vinho Verde elaborado en la región Noroeste, se trata de un vino con tintes ácidos y ligeramente espumoso, indicando la juventud de la uva que produce el vino, que apenas ha madurado.

   

Conocer Aveiro y no probar los Ovos Moles es imposible de imaginar. Un dulce regional a base de yemas de huevo y azúcar, de hecho eses es su sabor. La receta y método de elaboración se remonta a las monjas de los distintos conventos que existieron en la zona hasta el siglo XIX, usaban clara de huevo
para planchar la ropa, mientras que las yemas, para no dispersarlas, se convirtieron en la base para la preparación del postre. La receta es guardada con recelo, pero se dice que la proporción es de un kilo de yemas, un kilo de azúcar y tres cuartos de litro de agua, se forma una pasta y se la envuelve con obleas de formas marinas, haciendo referencia a la ciudad costera de Aveiro.

A unos pocos minutos se localiza Costa Nova donde están las pintorescas casitas ralladas de colores y unas especialidades que endulzan sus playas, llamadas Bolacha Americana y la Tripa. Decidimos probar esta última, ya que nos parecía un tanto extraña, es una masa blanda, suave y un tanto gomosa, hecha como si fuera un crepe, la pedimos rellena de chocolate y fue una experiencia muy interesante!

En Lisboa probamos la Alheira frita, un embutido típico que incluye en su preparación la carne picada con tocino tanto de la carne de cerdo como de aves, pan, aceite, ajo y pimentón. Y el Frango o pollo con papas fritas. También probamos otras versiones/recetas con Bacalao, el pescado más clásico y consumido del país. Y las sabrosas Sardinas a las brasas o en conserva, que nos volvieron locos, son tan simples y carnosas, que se vuelven bocados, entradas o acompañantes perfectos.

Cuando visitamos la Torre de Belem recordamos los tan nombrados Pasteles de Belem, unos pastelillos de masa hojaldrada y crema pastelera, que se consiguen por todos lados pero son originarios del barrio de Belem. Allí también probamos el Arroz doce, parecido al arroz con leche pero hecho con yemas de huevo.

   

Las últimas noches en Lisboa nos dimos una panzada de Choco con tinta, Arroz de polpo, Rancho Minhoto, Feijoada y Caldo verde, todo en formato tapas. Y hablando de panzadas y salir a comer, hay un dato que tienen que tener en cuenta. Habíamos escuchado de las “cortesías” que te hacen los mozos cuando comienzan a traerte a la mesa la canasta de pan, un plato con quesos, o bocaditos fritos empanados, o aceitunas. Tuvimos varias experiencias pero en todas fueron verdad los rumores: todo esto tiene costo adicional a lo que hayas pedido y de cortesía no tiene ni un gramo. Por ende, hay dos opciones o disfrutas de todo lo que te traigan y pagas lo que sea al pedir la cuenta, o simplemente no lo tocas y dejas a un lado de la mesa, y si te animas le haces saber al mozo que no lo
queres y listo.

Volviendo a las comidas, en varias oportunidades vimos la Francesinha como una opción de menú del día, es una reversión de croque Monsieur, de varias capas rellenas de carne, jamón, huevo y panceta, cubierto por queso fundido y con una salsa ligeramente picante acompañada por papas fritas.

Los postres que más repetimos fueron las Natas caseras y Mousse especialmente de chocolate y una en particular que no vamos a olvidar, porque tenía sal y aceite de oliva, su sabor realmente fue única y sublime. Para cerrar el viaje nos fuimos bien al sur, a disfrutar un poco sus playas y barrancos, viendo los atardeceres en los paradores con una rica cerveza Sagres súper fresca.

Una tarde paseando por Lagos entramos a una bollería en busca de algo nuevo para probar, de allí salimos con la Bola de figo que prometía, teniendo como ingredientes principales a los higos y almendras pero termino siendo puro anís. Y también con esas trufas tan peculiares que tanto nos gustan, los Brigadeiros, especialmente los clásicos de chocolate. Hay muchos más destinos por descubrir y sin duda mucho más para seguir saboreando Portugal.

     

     

   

   

 

 

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