Miel: sabores y texturas según paisajes de la Provincia

La miel, ese producto tan particular que toma protagonismo durante el invierno expresa con precisión la particularidad de cada región de la provincia de Buenos Aires: delta, mar, llanuras y sierras. Además, cada productor teje su propia historia porque para muchos de ellos la apicultura es tradicional familiar.

La provincia de Buenos Aires es una de las regiones más importantes de producción de miel a nivel nacional. Cada región ofrece distintos sabores de acuerdo al paisaje. Sobre la Ruta Nacional 3 y las provinciales 51 y 85, el corredor que comprende a los municipios de Coronel Dorrego, Coronel Pringles, Tapalqué, Coronel Suárez, Laprida, Olavarría, Rauch, Saavedra y Tres Arroyos nos convoca a degustar una miel ámbar de alta densidad.

En tanto que a orillas del Delta del Paraná, sobre la Ruta Nacional 9, Escobar, Campana y Zárate invitan a saborear mieles de tonalidades claras, muy oscuras o rojizas, además de las “mieles de isla” o de “caá-tay”, de aliso, de sauce y de girasolillo, entre otras.

Según registros de la Provincia, más de quince emprendimientos apícolas integran el catálogo “Sabores de la Provincia”, entre los que también se destacan los de Azul, Tandil, San Nicolás y General Pueyrredón.

La apicultura, un modo de vida

Más allá del rédito económico de la apicultura, gran parte de los productores le ponen el cuerpo y el corazón a esta actividad a la que algunos llegaron por tradición familiar, por apostar al negocio o porque fueron atrapados por la fascinante vida comunitaria de las abejas.

“Mi campo es mi lugar en el mundo. Es una pasión”, afirmó Julio Arévalo de Panal Pampeano, partido de Tres Arroyos. Es productor hace veinte años pero comenzó con este proyecto hace aproximadamente seis. Su propuesta está abocada a la venta de miel a granel para el mercado internacional y a la comercialización fraccionada para el ámbito interno.

Según explicó este Técnico Universitario en Producción Apícola, la miel que elabora es “suave y clara” producto de la combinación de alfalfa, trébol, girasol, cardos y pequeñas notas de eucaliptus que alimentan a las abejas de la zona.

En Panal Pampeano también desarrollaron una propuesta que permite que quienes los visiten puedan vivir la experiencia de ser apicultores por un día, sobre todo en el período de cosecha durante el verano.

Por otra parte, La Colmena de Cristal de Sierras de los Padres, en General Pueyrredón, es una empresa familiar que cumplió cuarenta años y se consolidó hace dos décadas con la llegada de las nuevas generaciones.

La miel que extraen tiene características multiflorales propias de la pradera, “con una textura de granos muy finos”, describió Juan Hernández, encargado de este negocio. También detalló que ese manjar contiene zarzamora, borraja, colza, cardo, acacia blanca y en menor medida eucaliptus.

La producción de La Colmena de Cristal fue elegida como la Mejor Miel en “Experiencias del Sabor” de la 15ª Feria Caminos y Sabores el año pasado.

Juan explicó que realizan la extracción de la miel mediante una técnica en frío para que el producto conserve “aún más su sabor” y detalló que la elaboran en forma líquida y también cremosa, cuya consistencia se logra a partir un proceso de batido. Además informó que comercializan derivados como cera virgen, polen, miel en panal, propóleo y jalea real.

“La miel en panal se vende en porciones en una cajita de acrílico”, describió Hernández y contó que en un restorán marplatense ofrecen un plato gourmet: miel en panal con queso brie.

Para Juan la apicultura además de ser un medio de vida también es un estilo que heredó de sus padres. Lo mismo dice Carlos Mangiatova de Apidelta en San Nicolás, quien comenzó a incursionar en la apicultura hace diecisiete años. “Es el hilo conductor de todo”, expresó.

La empresa familiar que lleva adelante produce mieles monoflorales de alfalfa, acacia, algarrobo, trébol blanco, eucaliptus, naranjo y caa-tay. También comercializa jalea real, polen y propóleo.

En La Plata

Lucas y Roberto Garlatti están al frente de Apícola Garlatti, un proyecto familiar que nació en Italia. Su bisabuela tenía colmenas en el Viejo Continente. Cuando su abuelo migró hacia Argentina, no dudó en comprar las primeras colmenas de lo que es hoy este emprendimiento familiar. La actividad apícola siguió de generación en generación. En 1995 el proyecto tomó vigor de la mano del matrimonio compuesto por Danilo Garlatti y Adriana Terlicher. Hoy, son sus hijos quienes producen la miel y comercializan productos derivados de las colmenas apostadas en Bavio, Vieytes, Brandsen y Altamirano.

«La mejor miel es la que llega directo del apicultor», dicen desde Brunoise (@brunoise.saludable), una tienda de alimentos con viandas y productos saludables. Allí los platenses podemos acceder a un producto sin intermediarios ni procesos que altere de ningún modo su pureza.

 

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