La heladera de Carolina Lucesole

La creadora de Mora Gourmet nos abre las puertas de su casa y nos invita a conocer los productos que hay en su heladera.

Desde la infancia Carolina Lucesole tienen íntimo contacto con la cocina, cuando ayudaba a su madre a hacer las milanesas en la casa. “Era el momento que encontraba para estar cerca de mi mamá, sin intermediarios” cuenta la cocinera, la cuarta de 5 hermanos. “Sin duda eso me marcó y fue decisivo cuando tuve que elegir una profesión. No había otra opción”, dice.

Su incursión laboral ocurrió a los 16 años: “Me puse con unas amigas a hacer tartas y se las vendía a una cafetería de Carrefour, cuando recién se había instalado en La Plata”. Cuando terminó el colegio, Carolina comenzó a cursar en la escuela de gastronomía profesional Buenos Aires Catering, en Ezeiza (lo que es hoy The Bue Trainers). Luego comenzó a trabajar en su planta de producción, donde se abastecen las comidas para las líneas aéreas. A los 21 años, obtuvo su primer cargo como chef en un restaurante que dicha institución y tenía a 4 cocineros a cargo.

“Fueron tiempos difíciles los comienzos. Viajaba todos los días a Buenos Aires no había muchas opciones”, recuerda la cocinera mientras suena música de fondo y disfrutamos un café de por medio. “Las cocinas eran espacios muy aguerridos y yo no conocía a nadie”, y subraya: “Me hice sola”. Tiempo después, decidió hacer su propio camino y puso un restaurante en Mar de las Pampas (Ay Juanita). Más tarde regresó a los fuegos en La Plata y durante 3 años fue jefe de cocina de Il Verdi, el recordado restaurante italiano de City Bell.

Apostó a tener la propia empresa de catering. Y nació Mora Gourmet, un espacio donde desarrolla su gran pasión: cocinar. “Lo que más disfruto es hacer panes”, confiesa. “Siempre me pareció mágico… eso de agarrar los ingredientes y experimentar todos los días y ver qué pasa en cada proceso me apasiona”, manifiesta
llena de entusiasmo.

La heladera por dentro
Carolina Lucesole nos recibe una mañana soleada en su cálida vivienda de City Bell, donde predomina la madera, las grandes aberturas y una frondosa vegetación. Allí comparte la vida con su marido y su hijo menor, Vito de 4 años. (Su hijo mayor se llama Mateo, tiene 21 años pero estudia y vive en Buenos Aires). Entramos a la cocina y en un rincón se ve su heladera, una Siam no frost color plata con una variedad de adornos imantados y algunos recuerdos viajeros. Café de por medio, comenzamos la charla.

“Vas a ver que tengo una tremenda obsesión con lo que guardo en la heladera”, anticipa. “Con film o con herméticos, en mi heladera todo tiene que estar tapado”, confiesa. Carolina tiene una sensibilidad muy especial con el olfato lo que le provoca cierta intolerancia con los aromas y sabores. “En la heladera de mi infancia no se tapaban las comidas y siempre había una mezcla de olores insoportable. Por ejemplo, una gelatina para mí era incomible porque tenia olor a todo menos a gelatina”, recuerda. La cocinera atribuye este particular capricho por las reminiscencias de su infancia. “Es el día de hoy que voy a la casa de mi mamá y el agua con olor a fideos con salsa”, agrega desalentada.

En la heladera de Caro Lucesole vemos un primer estante con varios frascos de mermeladas. “Mermeladas hechas con frutas y azúcar, naturales”, aclara. “Trato de no consumir alimentos procesados (de supermercado). Esta mermelada de higos la hice yo”, señala. También encontramos dulce de leche, pasta de maní (“Me gusta para untar en una tostada o para cocinar”), yogur natural, manteca, sachet de leche abierto (en una lecherita) y queso blanco (“lo tengo porque lo consume mi marido. A mí no me gusta”).

En los estantes del medio están los recipientes. “En este frasco tengo cáscaras de limón con azúcar casera para cualquier preparación, y almíbar de limón y naranja para hacer limonadas y evitar las gaseosas”. Potes de postre tiramisú, un limón envuelto, tomates cherrys cubiertos con papel, y herméticos con diferentes preparaciones: pasta para hacer buñuelos de coliflor, calabaza al horno, quinoa remojada, y trozos de pollo cocido y lomito ahumado “para cuando te agarra un ataque de hambre”.

Por debajo, leche en botella (descremada) y varios sachets sin abrir. También una horma de pan integral dentro de un hermético transparente. El cajón de las verduras, poco y nada. “Mañana voy a la feria. Compro lo justo para tener siempre fresco. Berenjenas siempre tengo, al igual que tomate cherry, zanahoria, calabaza, espinaca, coliflor o brócoli”, dice la cocinera. “Lo mismo con las carnes, compro cuando voy a
consumir”, agrega.

En la heladera de Caro no puede faltar la manteca, la leche, el dulce de leche, los quesos (mantecoso y para rallar) y frutas. Pero tampoco los aderezos. La gran sorpresa de esta heladera está en la puerta con la variedad de salsas: rocoto, ají amarillo, salsa inglesa, salsa picante, curry mango, salsa verde, variedad de mostazas, salsas de distintas partes del mundo. “Me encantan los picantes y probar comidas con las diferentes salsas”, dice. También encontramos un frasco con dientes de ajo (“Amo el ajo”), otro de caviar y mantequilla de maní de Chile. En la parte inferior, una botella con agua, y varias cervezas. “Agua fresca siempre. No tomamos gaseosa porque no me gusta su consumo. Prefiero los jugos naturales o el té en todas sus formas. Y cerveza fría siempre hay para casos de ‘emergencia’”, cuenta.

Es momento de abrir el freezer y anticipa: “¡es un caos!. Estas patitas de pollo por ejemplo yo no las compré (y no las pienso cocinar nunca). Las trajo mi mamá para el nieto. Le pareció un día muy feliz traerle patitas”, dice entre risas. En los estantes, llenísimos, encontramos brownies congelados, salsas de tomate casera por porción, viandas de dieta, un hermético con empanadas, pesto, condimentos (paprika y marsala), leche en polvo, pan rallado, una foccacia, gyozas (empanaditas orientales), salchichas Las Dinas, milanesas de carne (“que las hago yo siempre”, acota) y algunas hamburguesas caseras. Como si fuera poco, también unas pastas rellenas ya que “te salvan cualquier mediodía”, agrega. La carne está ausente en el freezer de Carolina. “Ya sea de vaca o pollo, compro en el momento. Lo mismo con el pescado, aunque consumimos poco”, puntualiza.

La puerta del freezer se cierra y se deja ver unos imantados, una lista de compras, unas esquelitas obligaciones personales, un folleto de un proveedor de verduras ecológicas, y una foto añeja de una planta con naranjas que tomó la cocinera tiempo atrás y que algo nos dice que tiene una historia muy especial…

Recetas que salen de su heladera
Carolina Lucesole nos comparte dos recetas simples con preparaciones que encontramos en su heladera: pasta de coliflor y pote de Tiramisú.

Buñuelos de coliflor Primavera

Autor: Carolina Lucesole

Ingredientes

  • 1/2 coliflor
  • 1/2 calabaza
  • 1 zanahoria
  • 1 taza arroz doble carolina hervido
  • queso rallado sabroso
  • 1 huevo mejor de campo
  • 2 cdas harina leudante

Elaboración paso a paso

  • Cortar las verduras en trozos pequeños, ponerlas en un bowl, agregarles sal, curry
    suave y dos cucharadas de aceite de oliva.
  • Mezclar como si fuera una ensalada, hasta lograr que todas las verduras estén bien adobadas.
  • Pasar a una asadera y hornear a fuego medio por media hora.
  • Sacarlas como cuando empiezan a dorarse (las verduras así asadas pueden comerse directamente como guarnición o service como parte de una picada vegetariana).
  • Una vez frías, mezclar con el arroz hervido (ya frío y un poco pegoteado), agregar un
    huevo, el queso y dos cucharadas de harina leudante.
  • Condimentar con sal, pimienta, nuez moscada o pimentón dulce. Lo mejor es dejar reposar la pasta para asegurarse que la harina se hidrate bien, quedando más esponjosas.
  • Cocinar en una sartén anti adherente con el fuego mediano, dando tiempo a que se
    doren lentamente mientras que la harina se cocina totalmente.
  • Servir acompañadas de mayonesa de curry.

Tiramisú

Autor: Carolina Lucesole

Ingredientes

  • 4 yemas
  • 150 gr. azúcar
  • 350 gr. queso mascarpone
  • 100 gr. crema de leche
  • 10 o 12 vainillas
  • 1 taza café fuerte
  • 2 cdas. grapa, oporto o licor de café
  • 1 naranja o limón

Elaboración paso a paso

  • Preparación: Primero hay que hacer un almíbar. Para esto, colocar el azúcar con media taza de agua en una olla chica a hervir, cuando rompe el hervor poner a fuego mediano y dejar seguir hirviendo suavemente hasta que llegue a los 120gr, o punto bola.A los cinco minutos de haber empezado el hervor del almíbar, hay que poner las yemas en la batidora y batir hasta que estén blancas y espumosasMientras que el almíbar se va cocinando, en un bowl hay que poner el mascarpone con la crema y la ralladura cítrica que elijas; también se puede usar un toque de esencia de vainilla. Batir enérgicamente hasta que quede una crema semi montada.
    Para ensamblar las tres preparaciones, primero terminamos el aparato bomba poniendo en almíbar a punto bola en forma de hilo sobre las yemas previamente blanqueadas y batiendo siempre con la batidora hasta que la crema de yemas esté fría.
    Mezclar el aparato bomba con la crema de mascarpone. Disponer las vainillas en una fuente, humedecerlas con el café borracho, poner la crema por encima y dejar en heladera al menos 4hs. Presentar espolvoreado con cacao o chocolate semi amargo rallado.
    También se pueden armar de forma individual en vasos o copas.
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