Chones en México parte II: Sabor Yucateco

La comida de un país no termina en su capital. Por eso, ya aterrizados en el aeropuerto de Cancún y entramos en el mundo de la comida Yucateca. Una gastronomía sabrosa, bien condimentada y con mucho aroma. Principalmente con origen en la civilización Maya y sumado a los sabores aportados por los españoles en la época de la colonia. Esta fusión fue evolucionando al pasar el tiempo, según como cada ingrediente podía producirse en suelo mexicano, como es el caso del trigo el cual fue víctima de un fracaso tras otro en su intento de sembrarlo bajo este calor tan intenso.

En esa primera cena en Mérida probamos dos de sus clásicos en un restaurant local: Brazo de Reina, rollo de masa de maíz con chaya, rellena con huevo y pepitas de calabaza; y Papadzul, tortillas de maíz rellenas de huevo cocido bañada con salsa de pepitas de calabaza y tomate. Pero si hablamos del clásico estrella de la zona, tenemos que nombrar a la Cochinita Pibil, una riquísima preparación de carne adobada con achiote acompañada de cebolla y también de tortillas para comerlo en forma de taco si tenés ganas. Fue la descripción perfecta de esta gastronomía.

Como picada o tapa, podemos destacar los Panuchos, una deliciosa tortilla de maíz rellena de frijoles y frita. A esto se le pone encima carne y verduras, o lo que sea. Un flechazo al corazón, que incluso vimos quienes lo comían en el desayuno. Otro plato digno de probar es el Salbut que, a pesar de ser muy similar en sus ingredientes a los panuchos, en este caso la tortilla es frita, pero queda suave y tierna.

          

Pero si de especialidad para la mañana hablamos, los Huevos Motuleños son el verdadero clásico. Son huevos fritos sobre una tortilla y con frijoles, salsa de tomate, queso fresco y jamón.  Esta vez que desayunamos en un bar, la ración fue abundante. Notamos que se come en cantidad. Otro detalle a tener en cuenta es que el Café negro no es como lo tomamos nosotros, siempre viene con abundante canela. Nos tomó por sorpresa, pero nos ocurrió cada vez que en el desayuno pedimos café solo o negro.

En el hostel de Tulum, probamos los Chilaquiles en el desayuno. No son nativos de Yucatan ni se comen en el desayuno normalmente, pero algunos años después seguimos recordándolos por lo que nos gustaron. Son totopos o nachos, cocinados en salsa de tomate con huevo y queso. Toda la humedad del plato hace que la crujiente masa quede más tierna.

La Ribera Maya cuenta con una comida mucho más mexicana internacional, además de la Yucateca, con una importante adaptación del picante y la inclusión de otros ingredientes. En cada lugar donde nos sentamos a comer, al saber que éramos argentinos, la comida venía con el picante apto para nuestro paladar, lo cual tampoco vino mal para calmar el fuego de una semana viviendo a la mexicana. Por ejemplo, comimos Totopos con queso Cheddar, que serían nachos con la inclusión de un queso que no es para nada autóctono.

      

Los dulces Yucatecos no se nos iban a escapar. Encontramos un local especializado y nos compramos: Papayitas rellenas de coco, Melcocha, Pepitas de semillas, Mazapán rellena de atropellado y Tamarindo dulce. Todos muy distintos entre sí. Pero predomina el exceso de azúcar y el agregado de alguna especia como canela.

Si hablamos del buen beber, probamos dos bebidas muy distintas. El Xtabentún, un licor maya a base de una fermentación de la una flor de igual nombre. De sabor bien anisado, entre 30% y 40% de alcohol y, dicen, digestivo. En contrapartida tenemos el Agua de Horchata, una bebida dulce sin alcohol. Siéndoles sinceros no pudimos terminar el vaso, no nos gustó en absoluto, pero se consume mucho, por lo que sin duda es algo personal.

Y llego la hora de tomar vuelo para volver a Argentina, en el aeropuerto nos acercamos a la dulcería e hicimos una interesante degustación. No hubo un chocolate o fruta que no picara, pedimos que sean suaves, pero todos tenían chile o algún picante para “darle sabor”, sin duda fue una experiencia recordable pero no recomendable antes de volar.

Nuestro paladar se despide de México con la certeza de saber que quedan sabores por descubrir. Volveremos. Hoy, donde estemos, cada tanto seguimos haciendo noche de tacos y cerveza, en honor a este hermoso viaje que vivimos. Y para despedirnos, les dejamos un párrafo que tomamos del bar Manjar Blanco en Mérida, donde desayunamos, y describe mejor que nadie la gastronomía Yucateca: “La cocina Yucateca es una mezcla de gloria, euforia, historia y memoria. Un dialogo festivo con los latidos saborizados de nuestros mayores. Un acto de amor filial hecho manjar”.

      

                        

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